jueves, 7 de julio de 2011

El Aislamiento es un enemigo peligroso, SOLEDAD un problema de muchos.


El aislamiento no elegido ni deseado causa desdicha. Es uno de los peores enemigos de la estabilidad psicológica y un problema que avanza en Occidente, donde aumenta la cantidad de personas que viven solas, sobre todo en las grandes ciudades.

Hay muchos tipos de solitarios: los que han perdido una relación afectiva profunda, por alejamiento, ruptura o muerte, o los que se alejan de los demás por miedo a ser rechazados. Otros no han aprendido a convivir debido a que han volcado sus esfuerzos en triunfar o subsistir. También están los marginados, debido a su pertenencia étnica, minusvalía, enfermedad o pobreza. Sea como sea, todos sufren en distinta medida, a veces patológica.

Aunque parezca un callejón sin salida, este problema tiene solución: para salir del aislamiento es necesario tomar contacto, primero con uno mismo y después con los demás: familiares, amigos, compañeros de trabajo e incluso desconocidos con los que intercambiamos unas pocas palabras cada día.

En algunas ciudades un tercio de la población de entre 25 y 40 años vive sola, pero por mucho que las cifras conviertan la soledad en un fenómeno social, ésta no deja de ser un problema íntimo y personal para el que sólo caben soluciones individuales.

El corazón de la soledad es la ausencia de un vínculo profundo e íntimo con otra persona: la persona solitaria siente que nadie le aprecia ni comprende o que a ninguno le interesan sus problemas.

Este tipo de aislamiento es más habitual en la vejez, cuando ya se han perdido a muchos seres queridos, y durante la adolescencia, cuando el temor a un mundo y unos cambios físicos que no se comprenden ni controlan lleva a muchos jóvenes a la introversión.

Con el tiempo, la persona aislada tiende a volverse insegura y con baja autoestima, torpe en las relaciones sociales, propensa a dar respuestas defensivas, egocéntrica, huraña e incluso agresiva.
Si se quiere remediar la soledad, hay que propiciar las relaciones sociales, "aprovechando todas las ocasiones de conocer gente, asistiendo a reuniones y fiestas, concertando citas, viajando en grupo, hablando por teléfono o a través de Internet".

Cómo abrirse a los demás.

Según los expertos, una de las mejores armas para conectar con los demás es la sonrisa. Al mirar a quien se habla y escucharle con atención, los demás se acercan naturalmente.

Pero no hay que intentar relacionarse a cualquier precio: hablar, asentir y escuchar no basta para comunicarse: hemos de expresar nuestras opiniones tanto a favor como en contra. Renunciar a la soledad no significa renunciar a uno mismo.

Para aumentar las posibilidades de conocer gente, el doctor Gento aconseja conocer y explorar los escenarios, momentos y actividades más sociales: "por ejemplo, matricularse en un cursillo, practicar un deporte o afiliarse como voluntario a una organización no gubernamental, son opciones eficaces para romper el aislamiento, porque nos obligan a relacionarnos".

"Los bares, pubs y discotecas son lugares pensados para favorecer el contacto entre las personas, y los museos, ferias y conciertos, también son sitios propicios para conocer gente, según este especialista, que también aconsejan participar en sucesos públicos como fiestas populares, inauguraciones, celebraciones, conmemoraciones y exposiciones, los cuales son buenas ocasiones para relacionarse".

• La soledad, sentida y vivida como una sensación de desvalimiento y vacío, está asociada a la melancolía y con problemas de depresión.

• Esta sensación me indica que no se perder, pues toda pérdida trae consigo, mi propia pérdida, todo abandono, es vivido como un desmoronamiento de mi persona, pues no podemos soportar que la persona amada nos abandone, ya que en esa relación me he perdido en el otro, mi yo, se ha dividido, escindido, y ha perdido la fortaleza necesaria, la seguridad y entereza de poder proveerse de otras relaciones que puedan compensar dichas faltas.

• Cuando la persona que es abandonada, no puede elaborar la pérdida, no puede hacer un duelo, va a caer irremediablemente en una sensación de vacío, tristeza, soledad, enfermando su cuerpo, tramitar un duelo, en pocas palabras, es poder, en un tiempo, rescatar a partir de los recuerdos, lo que se vivió con esa persona; rescatar lo que hemos proyectado e identificado con esa persona que ya no está, nuestra tendencia es a idealizar y engrandecer a aquel que nos abandono, en desmedro de nosotros mismos, creyendo que nuestras vidas, pierden sentido.

• Transitar un proceso de individualización, proceso que nos permite salir de la dependencia afectiva, donde siempre estamos a merced de la persona que amamos, donde funcionamos como la mitad del otro, pero pudiendo analizar las ataduras, los miedos, la desvalidez, las inseguridades, nuestra propia desvalorización, podremos reconstruir nuestra personalidad tan débil, unir las partes, para poder sentirnos una unidad, sujeto con deseo y deseable, individuo, que puede amarse, respetarse, valorarse, que puede vivir solo, sintiendo la necesidad y no la dependencia de estar con otro a quien amar, esta es la gran diferencia entre estar solo a sentirse solo, tener y necesitar momentos de soledad o sentirse vacío e inundado por problemas de soledad.
• María Jesús Ribas, EFE

¡Vive Mundo Solteros, un Nuevo Concepto de Vida!

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