lunes, 22 de agosto de 2011
Cumplir lo Prometido.
Mis padres me enseñaron a decir y cumplir lo que dije o prometí. Ellos me decían y hacían al pie de la letra lo que decían o me prometían… ya sea para castigarme o recompensarme.
Para mí es simple: dices y haces o te consideraré un “pajudo” de primera clase, no tienes excusa alguna y si tienes una, seguro estás mintiendo. (Claro que hay excepciones, circunstanciales de no poder cumplir lo prometido, pero escribo para las personas que se les ha hecho una mala costumbre o simplemente no les importa cumplir).
Quien no cumple, no tiene integridad, ni autoridad, ni honor.
Una persona digna de respeto es aquella que habla lo que necesita hablar y dice lo que hará y cumple.
Desde hace mucho tiempo se oye decir que toda persona debe tener palabra de honor para que todos sus actos sean justos y dignos de confianza. Sin embargo, cuántas veces hemos escuchado decir: "soy una persona de honor y de una sola palabra", y esta afirmación no siempre ha sido cierta. Se suele empeñar la palabra y el honor para salir de una situación sin tener en cuenta las consecuencias que conlleva el no cumplir con lo que se promete.
Cuánta gente hoy en día sufre las consecuencias de caer en manos de personas faltos de verdad y honor: hijos abandonados por causa del divorcio o abandono de los padres; parejas divorciadas a consecuencia del engaño; personas estafadas por causa del engaño y la mentira; suicidios causados por la traición del ser querido; pueblos gobernados por políticos y gobernantes inmorales, faltos de verdad y honor.
Debemos dar cumplimiento a lo prometido, hacernos cargo de la acción definida para tales efectos, el resultado de eso, es la concordancia entre lo dicho y lo hecho; la palabra empeñada pasa a ser ley, por lo tanto, al hacernos cargo de las cosas señaladas, debemos responder a la expectativa creada, lo que nos permite ser considerados personas creíbles y confiables.
En las relaciones, hoy se trabaja la seducción, todo se obtiene mintiendo. Muchos para obtener poder, utilizan cualquier vía para obtenerlo y después se niegan a cumplir con las promesas que dieron origen a sus grandes discursos.
Pongamos nosotros primero en practica el cumplimiento de nuestra palabra, para luego exigirla al mundo. Para ello basta hablar con honestidad y claramente.
Ante este panorama deplorable de la falta de verdad y honor en la palabra dada, queda la pregunta: ¿en quién confiar?. Es por eso que la reflexión sobre la importancia de la palabra de honor adquiere importancia.
¡Vive en Mundo Solteros un Nuevo concepto de vida!
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