viernes, 16 de septiembre de 2011

Evitemos relaciones no saludables


No somos media naranja. El mito de la media naranja nos lleva a pensar que somos una mitad en busca de la otra mitad que nos complemente. Aunque con carencias, somos unidades enteras que tienen que responsabilizarse de su propia felicidad.

No hay que ser todo de la otra persona. "Sin ti no soy nada". Este mito indica reminiscencias del vínculo materno-filial. Cortar el cordón umbilical es llegar a ser autónomo y, por tanto, libre.

El verdadero amor no es fundirse con la otra persona. La fusión con la pareja es imprescindible en momentos puntuales, pero precisamente para llegar a esa fusión hay que saberse un ser único y separado.

Juntos para todo nunca. La pareja ha de comunicarse y compartir, pero sólo se podrá compartir un espacio cuando éste se posee, cuando cada cual tiene su parcela que mima y enriquece para uno mismo, del que después hará cómplice al otro.

Haz feliz a tu pareja y tu pareja te hará feliz a ti: el amor no es tan simple. La felicidad sólo puede ser compartida y ofrecida cuando cada una de las partes es feliz por sí misma. Entonces se podrá ser generoso y compartirla con el otro.

Hay que ser un incondicional del otro: un error. Si la pareja no nos corrige cuando debe hacerlo, tampoco nos aplaudirá. Si se impone la condescendencia generada por la obligación del vínculo, es muy fácil terminar en la indiferencia.

Hay que ser adivino del otro: esto no es magia. Nadie puede saber con certeza qué piensa y qué siente su pareja. Ni siquiera uno lo sabe de sí mismo. Jugar a adivinar o ser adivinado genera incomunicación.

Los problemas de pareja no se comentan: el silencio puede matar. No se trata de aguantar y luchar por el matrimonio, se trata de buscar ayuda para uno/a mismo/a. Hay que recuperar a la persona. Tal vez así la pareja pueda funcionar. O tal vez no.

¡Vive Mundo Solteros, un Nuevo Concepto de Vida!

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