domingo, 8 de mayo de 2011

“Madres perfectas”


Hay mujeres que se pasan el tiempo preocupadas del qué dirán, demostrándole al mundo y al resto que son una madres perfectas, que además tienen hijos perfectos. La verdad es que no soy muy amiga de esas madres, es más, prefiero alejarme de ellas, soy más cercana a las madres imperfectas como yo, será por eso también que la mayoría de mis amigas también son de aquellas madres que aprenden con el día a día.

Apuesto que conocen a más de alguna “madre perfecta”, aquella que todo lo hace bien, que nunca se queja de nada, que puede hacer el aseo en casa, cocinar y entretener a sus hijos sin ningún problema y mejor aun, sin ayuda. Aquella que se puede cansar, pero jamás lo dirá. Son mamás que se desviven por sus hijos día y noche, porque ellas son “mamás” antes que ser mujer.

La madre perfecta jamás pondrá en Facebook o Twitter que sus hijos se portan mal, o que son mañosos o tienen pataletas, es más, nunca dice nada malo de sus hijos, porque como ella es perfecta, sus hijos también lo son. Están todo el tiempo hablando que sus hijos son los más inteligentes del jardín, son los más altos para su edad, los que primero hablan y caminan, los más talentosos del grupo, etc.

Siempre comparando a sus hijos con el resto de los niños y demostrando que son mejores que los demás. Y por supuesto, se ciegan con la perfección de sus hijos, aunque un profesional (profesor, doctor, psicólogo, etc.) les diga que tienen algún problema, ellas lo ignoran. Así sus hijos viven tratando de ser los mejores en todo y cumplir con las expectativas de sus padres y no desilusionarles, esperando siempre su visto bueno.
Estas madres, me miran asombradas, porque soy capaz de decir, sin vergüenza, que mi hija va al fonoaudiólogo o que la llevé al psicólogo. Me creen la peor madre del mundo porque a veces digo que mis hijos me agotan, me quejo que se portan mal, digo que me gustaría salir más seguido con mis amigas, o simplemente porque pretendo ser mujer y mamá al mismo tiempo. Porque trato de vivir mi vida y criar a mis hijos, no criar a mis hijos sin vivir mi vida.

Claramente no soy una madre perfecta, y jamás pretenderé serlo, tampoco me importa si alguien cree que soy mala madre. No me importa si mis hijos son más altos o más bajos, si son más o menos inteligentes, o si son más aventajados que el resto.

Lo realmente importante es que tratemos cada día de ser unas grandes madres, importándonos que nuestros hijos crezcan felices y amados, tal como son.
Escrito por Pamela Azocar.

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